Ya sólo sabiendo que el disco dura casi una hora y cuarto, y que sólo tiene cuatro canciones, puedes hacerte una idea muy clara del tipo de música que ejecuta Dirge, cortes muuuy densos donde la velocidad no es una premisa.
Canciones que son como una travesía en el mar. Una travesía que marea, a veces en calma total, como para echarte una siestecita, y en ocasiones agitado, lleno de pesadas olas.
Un disco espeso y difícil de escuchar en ocasiones. Si lo escuchas de fondo mientras haces otras cosas puede hacerse más eterno de lo que ya es, y si lo escuchas detenidamente, puedes acabar en un psiquiátrico intentando comprender el por qué de esta larga tortura. Y con respecto a la tortura no me refiero a que los temas sean malos, o que sean largos, sino a que es como cualquier película que hayáis visto, que avanza y avanza y la trama sigue en el mismo sitio. Se me ocurren varias películas como «Dune» o «El Hundimiento» por ejemplo, donde esperas y esperas al final, a la novedad, y la trama continúa detenida mientras la película avanza… pues más o menos…
Iván Ortega
