9 noviembre 2024

Metallica: «Metallica»

Hablar de Metallica es hablar de la banda que conmocionó los cimientos del Heavy Metal. Su aportación a este estilo de música es sublime, es una oda al buen hacer y las grandes ideas. No existe un grupo musical que con un estilo tan agresivo haya barrido en los charts de música de todo el mundo y que haya calado tan hondo en las almas hasta entonces adormecidas de la concurrencia.

Metallica, como grupo, es la unión de cuatro personas (los Jinetes de Negro, como se les ha venido a llamar) que han aportado a la música lo que los grandes inventores a la humanidad. Han transmitido su fuerza, su tesón y su valentía al crear melodías que rozan la calificación de himnos. Estos cuatro jinetes se convirtieron en el estandarte de una generación de jóvenes con grandes ansias de conocer nuevas músicas, potentes canciones que contaban historias reales con un halo de misticismo. La historia de estos «monstruos» de la música ha estado siempre rodeada de controversias. Desde sus primeros inicios siempre se les comparó con bandas que, musicalmente hablando, no se acercaban en gran medida a su estilo. Supuso tal el cambio en las formas que su música no podía calificarse. Muchas voces surgieron proclamando que Metallica se trataba de un grupo punk muy acelerado. Vanas palabras que con el tiempo tuvieron que tragarse y aceptar la evidencia de que un nuevo estilo había nacido: el Thrash Metal.

El estilo musical de Metallica siempre se había mantenido impertérrito hasta que, un buen día, decidieron que un soplo de aire fresco les vendría bien. Se involucraron en un nuevo hacer, en sonidos acordes con los tiempos. De esta manera surgió el álbum definitivo de Metallica, el álbum que les encumbró a la fama, el que vino a denominarse «Black Album» por todos los fans. Este álbum homónimo de la banda fue su mejor embajador de naciones durante largo tiempo, no en vano les llevó a recorrer varios continentes de la geografía mundial, aportándoles fama y, sobre todo, royalties.

No era para menos, una banda de la talla de Metallica no se embarcaría en un tour de dos años y medio si los beneficios y la confluencia de público no fueran muy excelsos. Todo estaba medido hasta el último resquicio, lo tenían todo, imagen, actitud y, sobre todo, buenas canciones, aquellas por las que no pasa el tiempo y siguen tan frescas como el primer día.

Todos los elementos que desembocaban en este álbum homónimo del año 91 estaban adaptados a los nuevos sonidos que el metal requería. Un sonido rudo y potente, pero a la vez no falto de baladas y medios tiempos que hacían poner la carne de gallina al más pintado. Todo este barullo musical contrastaba con los también nuevos sonidos llegados de Seattle, la cuna del Grunge. Durante los cuatro o cinco años siguientes, este estilo creado por Nirvana y Pearl Jam estuvo en pugna y estableció una dura competencia con aquellas bandas que facturaban un metal contundente. Los gustos cambiaban y todo el mundo parecía encandilado por Kurt Cobain y sus compañeros de fatigas.

Esto no fue ningún revulsivo para Metallica y otros grupos coetáneos (Guns & Roses por entonces hacían vibrar de forma desmedida a su público), pues surgió una gran legión de fans por todo el mundo deseando oír como se desgranaban cada una de las doce canciones de su obra maestra en los conciertos. La semilla ya estaba echada, así como la suerte, si esta última y homónima obra obtenía los favores del gran público tenían mucho camino recorrido. Este álbum se convirtió en una apuesta muy arriesgada, ya no existía ese modo de tocar colérico y desmedido, ahora se daba paso a la rabia contenida. No por ello las canciones habían bajado en calidad, ni mucho menos, ahora los acordes y riffs de guitarra sonaban mas atractivos y elaborados. Bastaba con escuchar los solos de la guitarra de Kirk Hammet para darnos cuenta del grandioso potencial de la banda.

Canciones como «Sad But True» o «The Unforgiven» se convirtieron en dignas sucesoras del repertorio de este grupo de «jinetes» del Apocalipsis. Rápidamente las ventas del nuevo trabajo discográfico subieron como la espuma, haciendo que Metallica se convirtiera en la banda más importante de Heavy Metal del momento. Así mismo este nuevo disco les llevó a ganar tres premios Grammy, uno de ellos a la mejor canción de Heavy Metal; el galardón fue destinado a «Enter Sandman» (su hit single del momento).

El nuevo material poseía joyas muy valiosas, pero los seguidores de toda la vida encontraban a sus ídolos un tanto descafeinados. Los temas de último cuño no eran todo lo potentes que cabria esperar. Su anterior obra, «…And Justice For All» supuso un cañonazo con durísimos trallazos sonoros y esta nueva entrega no cubrió las expectativas de la mayoría. Para muchos, Metallica se había vendido a fórmulas más comerciales.

Todos los temas de esta etapa de la década de los 90 son un compendio de arrolladora sonoridad con mezcla de pasajes relajados y de corte baladesco. Sin embargo no hace falta más que escuchar la última pista de este singular disco, «The Struggle Within», para afirmar sin vacilación que supone un muro de destellos Thrash en todo su esplendor. Tan sólo este tema debería haber bastado para bajar los humos de los encolerizados fans. No en vano, la portada de esta obra cumbre del Rock es totalmente negra y contrasta con el contenido del trabajo. El grupo quiso dar un tono anticomercial a este larga duración.

Conjeturas sobre su supuesta comercialidad aparte, debemos hablar de la absoluta calidad y de la aportación sumamente importante a la música que supone este redondo. Por méritos propios merece la calificación de clásico absoluto, y no sólo por sus magníficas canciones, sino por lo arriesgado de su apuesta. Tan sólo ellos y sus todopoderosas mentes habían creado lo que para muchos significa la consagración de una banda y el máximo exponente del Thrash Metal.

Formaciones como Judas Priest o Anthrax también compartían parte del pastel por entonces, pero no del mismo modo. Mientras Metallica se encontraba en el Olimpo de los dioses, los demás no podían aspirar más que a querubines divinos.

El «Black Album» supuso el lanzamiento más ambicioso de Metallica y se convirtió, a su vez, en la nueva Biblia del Metal y en el nuevo canon por el que regirse en grabaciones posteriores. Se convirtió en un trabajo alabado y, en menor medida, vilipendiado por las lenguas viperinas que siempre desmerecen la labor ajena. La leyenda de los Cuatro Jinetes se veía acrecentada y el trono se mantendría intacto durante largo periodo. El los últimos tiempos las polémicas han aumentado por diversos motivos, pero eso es otra historia.

 Sebastián Tito Rodríguez

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