La ciudad de Gernika repetía por segundo año consecutivo a la hora de acoger este festival dedicado absolutamente a los sonidos metálicos, aunque en esta ocasión el festival se desdoblaba y simultáneamente se celebraba también en Jérez, en la otra punta de la península, con un cartel parecido pero con algunas diferencias. Servidor optó por apostar por un clima más suave huyendo de los rigores veraniegos y ante todo por un cartel que contenía ciertas formaciones difíciles de ver por estos lares. En el MetalWay de Gernika, pese a algunas faltas que a buen seguro irán corrigiendo con el tiempo, vimos una buena organización, con una amplia zona de conciertos, buen acceso a las barras, una carpa para disfrutar del mejor Metal hasta altas horas de la madrugada y una amplia oferta de puestos de venta de camisetas, discos y toda clase de accesorios metálicos, sin olvidar el Metal Markt, aunque éste sea considerablemente más reducido que el de otros festivales europeos como el del Wacken Open Air. A destacar también era la amplia zona de acampada, anclada en un paraje rodeado del bello paisaje de Gernika.
Aunque motivos laborales me impidieron desplazarme al festival en su arranque del Viernes 28, por lo que pude sacar de información entre la gente que lo presenció, no faltaron destacadas actuaciones. Uno de los platos fuertes de la jornada fueron los canadienses Annihilator, en una ocasión única para verles pues poco se prodigan por aquí. La formación liderada por Jeff Waters descargó un potente concierto en el que no faltaron clásicos como «Set The World On Fire» o «Alison Hell».
Ángeles Del Infierno eran muy esperados aquí, pues aunque se les pudo ver no hace mucho en el Viña Rock, su actuación era especial por ser en la tierra que les vio crecer. Desgranaron todos sus clásicos en un directo potente que solamente se vio ensombrecido por el mal fario de un sonido no muy nítido. Y el último plato fuerte de la noche fue Kreator con otra cruda tormenta de puro Thrash Metal germano, una auténtica lección de fuerza que dejó encogido e indefenso al descafeinado Metal melódico de los finlandeses Stratovarius, grupo que cerró el primer día de este festival.
El Sábado 29 tenía un comienzo programado por Rage, pero la organización al final se dio cuenta de que la mítica formación alemana no merecían tan tempranero puesto en el cartel y optaron por que arrancaran sus compatriotas Axxis.
Los siguientes en actuar fueron Arch Enemy, que aunque no llegué a tiempo de verlos, me contaron que no dejaron a nadie indiferente con su potente Death Metal, aunque en cierta medida se echaron de menos temas más rápidos de su ya respetable discografía. Y de nuevo destacó Angela Grossow, la vocalista alemana de fiera voz que poco tiene que envidiar a las mejores voces masculinas del Metal extremo.
Aunque por un cambio en el horario Rage no fueron los primeros en empezar, de todos modos tuvieron una temprana presencia y los que allí nos acercamos a ver su concierto tuvimos que aguantar los rigores de un sol que, aunque no tan duro como pueda ser en otros lugares del Estado, sí que hacía a uno preferir estar en la sombra al refugio de una cerveza fría. El Heavy Metal de Rage tuvo buena acogida, haciendo un repaso a su muy amplia discografía, entre lo que también hubo mucha canción perteneciente a sus trabajos más recientes. Pudimos escuchar entre otras, composiciones como «No Fear», «Don’t Fear The Winter» o «War Of Worlds». Pero a pesar de que siempre es interesante presenciar un solo de batería por parte del gran Mike Terrana, lo que sobra sin duda son los varios solos que vimos en este concierto, máxime cuando están en un festival y no cuentan con mucho tiempo para su actuación. Acabaron cerrando con el ineludible clásico «Higher Than The Sky», tema que compartieron banda y público a la hora de interpretarlo. Buen concierto, aunque si no hubiera habido solos sería mucho mejor.
Unas buenas dosis de calor recibieron también la fría apuesta de Dark Funeral. Quizá no fuera la hora idónea para acoger el Black Metal de la formación escandinava, quizá su propuesta no congregara tanto público como otras programadas en el cartel, pero no cabe excusa para que éste fuera uno de los peores conciertos que he visto por parte de Dark Funeral. El llevar unos trajes de cuero como los que portaban y una buena dosis de pintura en la cara no les garantiza autenticidad dentro de un estilo en lo que prima es el aspecto musical y su ejecución en directo. Su vocalista Emperor Magus Caligula cada vez demuestra menos presencia escénica y más bien parece un frontman Heavy del montón que la vanguardia de un grupo de Metal extremo. Lo mismo se puede extender al resto de una banda que ha ido perdiendo la credibilidad en directo, por no hablar de un repertorio centrado en sus últimas obras más flojas en el que ni siquiera temas tan importantes como «The Secrets Of Black Art» o «My Dark Desires» terminaron de aportar algo positivo a un concierto para olvidar.
Los siguientes en actuar no son una banda que haya gozado de mucho reconocimiento a lo largo de su extensa carrera, aunque sin duda han merecido mucho más gracias a su aportación al Thrash Metal del otro lado del charco. Metal Church venían a presentar su último trabajo «A Light In The Dark», tema homónimo con el que arrancaron un concierto hecho para romperse el cuello siguiendo las rápidas y fieras melodías de su Thrash Metal. Ronny Munroe se comportó como un gran frontman y estuvo a la altura de David Wayne, el vocalista original de la formación, tristemente fallecido el año pasado. El resto de la banda, con el guitarrista Kurdt Vanderhoof a la cabeza, también homenajeó la memoria de su compañero con una potente descarga. Basaron su setlist en recatar los mejores temas de Metal Church, no faltando canciones como «Ton Of Bricks», «Start The Fire», «Watch The Children Pray», «Gods Of Wratch», «Beyond The Black» o el himno «Metal Church» con el que cerraron a lo grande un directo muy intenso.
Uno de los atractivos del día, por lo menos para mí y otros muchos, eran My Dying Bride, la formación más representativa del Doom Metal en la actualidad, y el tenerlos aquí en Gernika era una ocasión irrepetible para ver a la mítica banda británica. Quizá la hora de su actuación no fuera la idónea para la oscuridad de la banda, pero el ocaso del sol iluminando los rostros del sexteto inglés no estaba exento de cierto carácter poético acorde con el lírico universo de estos.
Arrancaron con «Like Gods Of The Sun» una descarga que combinó momentos puramente depresivos de lánguido Doom con furiosos y tétricos arranques de Death Metal, demostrando que son una banda también de melodías rebosantes de agresividad. Apostaron orgullosos por canciones de su magnífico último trabajo, «Songs Of Darkness, Word Of Light», como «The Blue Lotus» o «Catherine Blake», ésta última imprescindible ya en el repertorio de la banda. También hubo hueco para grandes canciones como «The Dreadful Hours» o «The Whore, The Cook And The Mother», pero todavía entre el imperante calor hubo un tema que nos dejó helados, nada menos que ese himno de desesperación que es «The Cry Of Mankind». En ésta y en otras canciones veíamos al vocalista Aaron Stainthorpe revolverse de dolor llevado por las desalentadoras melodías que creaba junto al resto del grupo, todos ellos entregados en conmover las almas de los que allí nos dábamos cita. Puede que algunos de los allí congregados los acusen de fríos y poco comunicativos, a lo que yo respondo reafirmando que My Dying Bride es Doom Metal, y el que quisiera una banda cercana y populista, de sobra sería colmado con la amplia oferta de grupos de Happy Metal de este festival. Acabaron cerrando con «The Forever People», una canción que nos transporta a los primigenios inicios de la formación, una tormenta de Doom y Death Metal que cerró de manera grandiosa un directo impecable. Sólo nos queda esperar su casi inminente nuevo trabajo.
Otro plato fuerte, que ya coincidió con la llegada de la noche, fue el asalto de los americanos Testament, que de nuevo nos ofrecieron un show apabullante como el que no hace mucho desgranaron en otro festival como el Atarfe Vega Rock. El Thrash Metal de vieja escuela cayó como si fuera una tormenta y un numeroso público se entregó al intenso sonido de unos Testament entre los que sobresalía la gran figura de su poderoso frontman Chuck Billy, imparable en estado de forma y condiciones de voz, entusiasmo que contagió una vez más a sus compañeros de filas, destacando un Alex Skolnick pletórico. Además el sonido les acompañaba, en un festival en el que no todos los grupos habían sido muy afortunados en las condiciones acústicas. Se fueron sucediendo uno tras otro temas inexcusables de la banda, como «The Preacher», «Alone In The Dark», «New Order», «Electric Crown», «Into The Pit», «Disciples Of The Watch» o «Over The Wall». Si sus compatriotas Metal Church ya había repartido bastante cera y habían dejado el nombre del Thrash Metal muy alto, Testament terminaron coronándose como una de las formaciones clásicas de este género más en forma actualmente. Sin duda fue el mejor concierto de toda esta jornada, y quién sabe si también de todo el festival. El público les rindió pleitesía y ellos supieron corresponder tanta devoción con su potente Metal y su sabiduría escénica.
Gamma Ray eran los siguientes en el cartel, una banda muy querida por aquí que continuamente se deja ver por nuestro país. No es de extrañar que, al igual que los anteriores Testament, congregara a un gran número de seguidores, ávidos del sonido metálico característico que el señor Kai Hansen inventara con Helloween hace ya unos cuantos años. Pero con las carreras de Gamma Ray y Helloween por caminos separados desde hace también unos cuantos lustros, este guitarra y vocalista cuando está inspirado sigue entusiasmando desde hace años a un público fiel. En esta ocasión, contentó a los allí presentes pero no sorprendió, pues una vez más apostó por el mismo setlist que llevamos viendo en los últimos dos o tres años, por no decir que su directo tuvo instantes en los que la intensidad decayó bastante. Como otras veces, pudimos escuchar temas como «New World Order», «Heavy Metal Universe» o la siempre habitual «Man On A Mission». Uno de los momentos más aclamados de la noche fue cuando Hansen y compañía descargaron el clásico de Helloween «I Want Out». Pero esto no bastó para que este concierto sobresaliera entre los muchos otros que Gamma Ray han dado, y ni mucho menos para constituirse en uno de los directos memorables de este festival.
Con la noche ya camino de la madrugada, he de confesar que me enfrenté a la actuación de Ministry con cierto desconocimiento y apatía hacia un sonido con el que no comulgo en demasía, pero también con la curiosidad sobre su faceta en directo que un amigo había provocado en mí. Dejando a un lado los prejuicios anteriores, he de reconocer que disfruté del show de la banda americana, liderada por un Al Jourgensen inspirado al igual que sus correligionarios. La razón de que despertaran mi entusiasmo y atención fue un sonido metálico que, aunque industrial y vanguardista, bebe mucho de Slayer, uno de los pilares en lo que a sonidos duros se refiere. Temas como «Fear», «Rio Grande Blood», «Worthless», «Wrong», «N.W.O.» o «Just I Fix», por mencionar algunos de los que cayeron, salían despedidos en un auténtico ataque sónico, combinados con la caótica sucesión de imágenes que se sucedía en la pantalla que había tras ellos. En definitiva, Ministry ofrecieron un buen directo capaz de convencer incluso a un profano a su música como yo.
Con la madrugada ya bien entrada y con buena parte del público ya rendida por el cansancio de una larga jornada de Metal, los no pocos supervivientes llegamos a uno de los momentos más esperados del festival, nada menos que la actuación de los míticos Celtic Frost, grupo culpable en gran parte del nacimiento y evolución de diversas corrientes de Metal extremo. Muchos rumores habían circulado acerca de la materialización en directo de esta reunión de la formación suiza, y la mayoría que habían llegado a mis oídos eran negativos. Pero esto era algo que había que ver con mis propios ojos para formarme mi propia opinión.
Tras la introducción vimos en escena a un Thomas Gabriel Fischer (para los fans siempre será Tom G. Warrior) bastante cambiado, muy frío a lo largo de toda su actuación, portando un gorro que poco tenía que ver con su imagen más clásica. En cambio, el otro miembro de la formación clásica que aún queda, Martin Eric Ain, puso la nota positiva y se erigió como el más entregado en esta descarga en directo. Completaban la formación Franco Sesa en la batería y Anders Odden en la otra guitarra. El primer tema en caer fue un clásico, nada menos que «Procreation (Of The Wicked)» tema que resultó mucho más lento que el original dada la frialdad del arranque de estos nuevos Celtic Frost. Siguieron en esta tónica durante los primeros temas, aunque poco a poco fueron entrando en el concierto y haciendo crecer en potencia y agilidad sus temas. Aunque hubo cabida para algún tema de su último álbum, el magnífico «Monotheist», como «Ain Elohim», la verdad es que el repertorio fue casi enteramente de canciones clásicas, y éstas fueron «Dethroned Emperor», «The Usurper», «Necromantical Screams», «Dawn Of Meggido», «Visions Of Mortality», «Into The Crypts Of Rays» y «Circle Of The Tyrants». A bote pronto parece un repertorio de lujo, pero hay que decir que, aunque fueron ganando en intensidad, la sensación de estos temas en directo quedaba todavía lejos de lo que sería un concierto de Celtic Frost en la década de los ochenta. Cerraron con «Synagoga Satanae», una de sus últimas composiciones, una descarga que no fue del todo mala, pero que defraudó las expectativas puestas en un grupo de la categoría de Celtic Frost.
Y llegó el Domingo, último día de este MetalWay 2006, con un cartel igual de interesante que en días anteriores. El que os escribe esto no se contuvo mucho la noche anterior y tras casi ver el alba en la carpa del festival, al día siguiente se levantó algo tarde con cierto martilleo en la cabeza, y no precisamente provocado por ninguna base rítmica de los grupos que descargaron el día anterior. Aunque me fastidió perderme a las suecas Crucified Barbara, con ese Rock n’ Roll que bebe de grandes clásicos y esos cuerpazos que los dioses del Valhalla les han dado, por lo que pude enterarme su directo no fue para tanto. Por lo que también me contaron, sí que resultaron interesantes Runic, banda castellonense a los que se podría catalogarse como unos Amon Amarth españoles. Yo llegué dispuesto a ver a Jon Oliva’s Pain, como buen seguidor de Savatage, pero me llevé el chasco de que el propio Jon Oliva se había visto afectado por la huelga de controladores y atrapado en el aeropuerto no había podido viajar. De todas formas, según anunció la organización, acabaría llegando y tocando después de Blind Guardian, siendo el último grupo en cerrar la presente edición de este festival.
Los portugueses Moonspell repetían en la segunda edición de este festival, aunque ahora levantaban mayor expectación si cabe, pues venían acompañados de un nuevo trabajo, «Memorial», que supone uno de los mejores de su carrera y es a la vez uno de los discos del año en lo que al panorama extremo se refiere. Ahora que Fernando Ribeiro y los suyos han recuperado el Norte en lo que composición en estudio se refiere, nos quedaba ver si en directo transmitían tanta fuerza como en sus últimas grabaciones. Pues la verdad es que me desbordaron, Moonspell salieron arrasando con una fiereza que pocas veces les había visto y pese algunos problemas con el sonido durante su descarga, no sólo convencieron, sino que además se marcaron uno de los mejores directos de todo el festival. Su garra inicial no decayó ni un momento y fueron combinando cañeras canciones de su última obra, como «Finisterra», «Memento Mori» o «Blood Tells», con clásicos de su brillante etapa inicial como «Opium», «Wolfshade (A Werewolf Mascarade)» o «Alma Mater». Pese a lo que pueda parecer, la potente instrumental «Proliferation» no supuso ningún descanso, y tras «Nocturna», un tema de su etapa más gótica, acabaron cerrando un magistral directo con nada menos que «Full Moon Madness». El maléfico sonido de Moonspell nos encandiló a todos y su fuerza en vivo nos dejó sin aliento.
Tras ver un tormenta sonora como la de Moonspell, el enfrentarme a la candidez de un concierto de Within Temptation se me hacía cuesta arriba. No obstante, les concedí el beneficio de la duda, esperando que los holandeses me sorprendieran. Pero siento decir que no fue así. El haber aderezado el escenario con angelitos y demás decoración de tipo gótico no sirvió para que creyésemos estar viendo la banda medianamente oscura que a lo mejor pudieron resultar en sus comienzos. Muy al contrario, una vez Within Temptation saltaron al escenario, desgranaron sus canciones y dieron a conocer su propuesta en vivo, nos encontramos ante una banda más cercana al Pop de radio-fórmulas que al Rock o al Metal, con una vocalista que se cree una diva pero le falta mucho de Frontwoman, y unos músicos bastante sosos incapaces de trasmitir alguna energía encima de unas tablas. Tanta dulzura acaba empalagando.
Mucha gente acudió a la llamada de la veteranía de una de las bandas más grandes del Heavy Metal español, Barón Rojo. Con más de veinte años en sus espaldas de sabiduría encima de un escenario y una discografía plagada de himnos cantados por distintas generaciones, la banda madrileña saltó a escena con fuerza y el público presente se contagió de esa energía. «Incomunicación» fue el primero de los clásicos, al que siguieron otros temas habituales en sus directos como «Cueste Lo Que Cueste», «Concierto Para Ellos», «Cuerdas De Acero», «Con Botas Sucias» o el himno «Resistiré». El cuarteto parecía ir por buen camino en el comienzo, pero acabaron emborronando su concierto a base de solos y juegos instrumentales que alargaban las canciones. De esta forma lo que pintaba bien acabó volviéndose pesado. Tanto solo es comprensible si van a hacer un concierto de dos horas, pero en un festival con tan sólo una hora para tocar está claro que estas cosas sobran. Y lo que me preocupa es que esto es algo que no es la primera vez que veo en la banda. Cierta decepción nos llevamos con Barón Rojo, un grupo que conoce la fórmula para triunfar en sus conciertos, pero que últimamente parece perder el rumbo con tanto solo.
Una vez finalizada la actuación de Barón Rojo, servidor debió abandonar con pena el festival para echarse a la carretera y poner rumbo de vuelta a su lugar de origen. La sensación que me ha quedado, aunque con ciertas sombras y algunas decepciones con ciertos grupos, es que sin duda este festival va creciendo y hay que agradecer que siga habiendo apuestas por el Metal en todas sus vertientes como la de este MetalWay 2006 de Gernika. Todavía quedan cosas que mejorar, pero estoy seguro que la próxima edición será aún mejor.
JAVIER Gª VILLARRUBIA